Nuevamente las abuelitas del mar siguen presentándose, hoy le toca el turno a la Tortuga Golfina o Lepidochelys olivacea.
Junto con la Tortuga Lora son las más pequeñas de su género en mares y océanos. La Tortuga Golfina  se localiza en las zonas tropicales de los océanos Atlántico, Pacífico e Indico. Su caparazón con forma de corazón,  suele medir entre unos 45 y 60 cm. de largo por  50 de ancho, es de color verde olivo (por eso su nombre) y negro verdoso. La parte ventral, el peto, es de color blanco amarillento, tiene cuatro escudos con un poro cada uno. Los margenes del caparazón son lisos.

Tienen una cabeza pequeña, con dos escamas prefrontales y suelen rondar los 50kg. de peso cuando son adultos, raramente se han encontrado ejemplares de 70 cm. de largo y 100kg. de peso.

Son omnívoras, pero tienen predilección por los moluscos, crustáceos y medusas.
Las hembras ponen alrededor de los 80 y 140 huevos, en sus nidos de hasta más de 40cm. de profundidad, cavados en la arena con sus propias aletas.  Son muy gregarias, así que acuden a la playa en grandes grupos, guardando de sus nidos y ayudándose unas a otras para que sus huevos no sean alcanzados por los depredadores. Las crías al nacer son negras o gris carbón, como sucede en la mayoría de las tortugas marinas. De los millones de crías que llegan al mar, tras eclosionar los huevos, sólo el 3,5 % consigue sobrevivir y llegar a la edad adulta. 
El mayor peligro de esta especie, es el hombre, pues en muchos países corre el rumor de que sus huevos son afrodisiacos, así que muchos se atreven a entrar a las playas y buscar nidos de tortuga para saquearlos. Las redes y palangres que se usan para pescar, también son una trampa mortal para estos animales. 

En el Pacífico mexicano, existen muchos proyectos para ayudar y recuperar a esta especie amenazada en estado vulnerable; un ejemplo de ello son los campamentos tortugeros.